lunes, julio 18, 2016

BITÁCORA,en sensaciones,DE UN VIAJE

Pensaba escribir una bitácora como mandan los cánones, pero lo mío es un desorden más o menos organizado donde vuelan las anotaciones alocadas hasta en servilletas, así que empezaré por donde me guíe el instinto. ¿Me acompañáis?

I: EN AUTOBÚS A ALGUNA PARTE
Lo de las excursiones organizadas tiene su puntito borrego. A los turistas accidentales, como no sabemos muy bien si vamos hacia el norte o al sur, pues para orientar nuestro despiste,  nos ponen a una propia para que la sigamos. La propia en cuestión lleva el brazo alzado todo el rato y en la mano un distintivo para que la reconozcas. Ahora está muy de moda llevar una rosa gigante con un palo muy largo. La rosa baila una rumba desproporcionada y los borreguitos la seguimos sin rechistar. No suben a un autobús. A “mi Pepe” y a mí nos separan; no hay sitio para ir juntos. A él le sientan con una mujer con el corte de pelo de hace tres décadas, y a mí me colocan con un hombre que alterna el morderse las uñas y abrazar a su mochila. Nada más verme, se hace el dormido. La compañera de mi Pepe, a su saludo, responde con un estiramiento de cuello a modo jirafa y se la ilumina el rostro. Desde el minuto 0 se embelesa con mi chico y él comienza a hablar como los papagayos. Yo, no. El mío es siniestro total. Acaba de abrir los ojos. Abre su mochila, saca su contenido (agua, funda de gafas, pañuelos para mocos o sucedáneos y móvil) lo vuelve a meter en la mochila bien colocadito y cierra la cremallera. Se abraza de nuevo a la mochila. ¡Pobre!, pienso yo, “seguro que sufre de soledad y se ha apuntado al crucero a ver si pilla algo, qué lástima. Si viviera en Suecia que el 23% de la población es single lo tendría más fácil. Allí la costumbre es salir el fin de semana a buscar pareja para pasar dos días. El domingo por la noche se dicen “hasta luego Lucas” y asunto solucionado”. Me aburro. Miro hacia delante y “mi Pepe” sigue en versión papagayo y su compañera totalmente entregada y embelesada.
¡Ojo!, mi siniestro no va solo, va con sus papás. ¡Qué lástima!, a su edad sin poder volar solo, y no se va a comer un colín en el crucero, eso seguro… Ay, que mi siniestro habla. Me da un manotazo para apartarme y ver a sus padres y dice “Papa (sin acento en la A) los campos están llenos de margaritas como en Madrid”, ¡qué pena!, encima el siniestro es sensible. Cuántas MariPuris suspirarían por tener uno así a su lado, pero éste no se casa ni de coña. He mirado a la madre y es de las del hocico revirado; no hay nada que hacer.
La madre se la nota ser una mujer muy relimpia, de esas de las de bayeta debajo de los pies las 24 horas… La embelesada de mi chico suelta una carcajada, ¿qué la contará si a mí nunca me hace reír? ¡Pobrecilla!, estará necesitada de varón a su lado. Claro que con ese corte de pelo, no sé yo…
La madre mi siniestro dice”Cierra los ojos y descansa”, y va y los cierra ¡qué lástima de chico, ni voluntad tiene!, seguro, se la ha anulado y no es capaz ni de suicidarse por el retrete. Coge la mochila y la acaricia, ¡pobre!, será lo más parecido a una piel en femenino que toque…, me dan ganas de decir que la sobe más, pero he decidido ser prudente y voy muda.
El padre va inmaculado, con la raya de pantalón más recta que el horizonte infinito. ¿Habrá sido capaz la madre de traerse una plancha al crucero? Seguro.
“Guillermo, vamos”, dice la madre. ¡Coña, que ya hemos llegado!... Veo a mi Pepe despedirse y la embelesada abanicar sus párpados. ¡Muy tomate!
La llegada al barco ha sido caótica. No había visto tanta gente junta desde que mi Atleti cayó destrozado ante el Real Madrid. Me siento como una vaca al tren conducida al compartimento correspondiente.
El Barco es gigante, más grande que “la barca del Catarro” en el Campo Grande de Valladolid… ¿Seré capaz de aprenderme los pasillos, las discotecas, los comedores, las piscinas…, vamos, todo, todo, en ocho días? Muy tomate pagar un pastón para sentirse una vaca.

¡Ay!, que he perdido a “mi Pepe” con tanto mirar, y no tengo ni mi Pasaporte para que me identifiquen como objeto perdido y hallado en Popa, en la zona de fumadores.

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