martes, agosto 16, 2016

UNA TARDE DE DOMINGO

Un día descubrí Radio Almenara… Era una tarde de domingo y llovía. Me gustaba  el sonido del agua, lento, pusilánime. Si, quizá por eso encendí la radio para no notar tanto el dolor que me producía el saberme abandonada. Sé que este estado sólo lo puede entender otra mujer y aquella voz que salió de aparato me pareció la de un ángel que me invitaba a aliviar mis penas. Cogí temblorosa el auricular y marqué el teléfono que ella indicaba.
-Radio Almenara, dígame…
-Llamo por el programa que está en antena. La verdad, no sé para que llamo. Tal vez sea mejor que cuelgue. Disculpe las molestias.
-No, no, espere. Es preciosa su voz.
-¿Mi voz? Nunca me habían dicho nada parecido.
-¿Cómo se llama usted?
-Ana, un nombre corriente.
-No, no diga eso. ¿Qué estaba haciendo en este momento?
-Ver llover. Es…, es tan triste que me gusta.
-¿Se identifica con la lluvia, Ana?
-Sí, la siento un poco como si fuera yo. Abandonada, solitaria…
-¿Abandonada? ¿Se siente así?
-Sí…, un poco. Mi marido…-Ana no pudo contener el llanto; de repente, el saberse escuchada por aquella voz…
-¿Ana? ¿Un poquito mejor?
-Sí, gracias.
-¿Hace mucho que se fue él?
-No, sí… cinco meses.
-Ana, ¿cómo era su convivencia con su marido?
-Buena… Ahí está lo malo. No vi nada raro, él conmigo no cambió, pero una tarde de domingo me lo dijo…
-¿Qué la dijo?
-Qué había conocido a una portorriqueña y se había enamorado de ella. Ya ve, mi historia es muy vulgar… Y esa misma tarde se fue.
-¿No ha vuelto a saber de él?
-No, bueno sí. Hace un par de domingos los vi pasear por el parque, por el mismo lugar que me llevaba a mí. Se los veía muy felices.
-¿Y su familia?
-Me dicen que soy idiota, que haga algo, pero no sé qué voy a hacer yo… El caso es que el viernes recibí una citación. Se quiere divorciar, ¿sabe usted? Normal.
-¿Usted trabaja?
-No. Yo cuidaba de la casa y los niños… No ha llamado a preguntar por ellos, no me pasa dinero y me ha vaciado la cartilla. No sé qué comeremos mañana y me asusta mucho el mañana. Discúlpeme usted…

La llamada se cortó y en la emisora de Radio Almenara cayó el silencio. Todos se miraron sin decir palabra; fuera, estaba lloviendo

1 comentario:

Saleta dijo...

Si es que «las penas con pan son menos», ya lo dice la sabiduría popular, jeje.
Besos a la luz levantina.